miércoles, abril 23, 2008

Personal

No está lloviendo. Acabo de llegar de dar la caminata con mi madre y el perro. Pero ya había llegado antes. Había cenado con mi padre, quién mucho antes me había dicho que era probable que por la noche estaría cenando solo en el puerto. Por eso al atravesar el jardín que comunica a la casa entreví su presencia añeja en el sala. Silencioso y meditabundo, descansa repantigado en el sofá. Lo anoto porque acaba de pasar. Después respira, agujera el espacio con las palabras que pronuncia: frases sordas, lentas, que pareciera estar leyendo un silabario. La casa duerme con nuestra presencia, contrario a lo que dice Siza; la casa es un gato negro que escucho ronronear. Esta es una de las cosas por las que ella procura la vigila, teme—no lo sé—que entre el amanecer y el perezoso despertar la casa se levante y se vaya.

martes, abril 22, 2008

viernes, abril 18, 2008

Not

Luces afuera. Los ojos se chispan. Rachas de viento en estrechas avenidas, viejos intentos. Vecinos comunes que se encuentran en los comederos públicos. El italiano cantante, ignorado, de ojos tristes, de español torpe, canta en italiano y hace una señal con la mano, como de ele, para anunciar que cantará ahora en francés, ahora en español, ahora en su lengua. Ante las burlas, él sonríe; ante la soledad, él canta. Sólo eso hace. Lo miro, y me entran las ganas de sentirme él, loco, extraviado en esta ciudad ignorada por los mapas, por las rutas de viajeros. Gracias, joven—me dice cuando dejo en su sombrero un dulce, después me alejo escuchando pronunciar sus acordes quejumbrosos. La plaza también tiene luces, él es la más luminosa. Dejo pasar la comezón en las costillas, dejo que me rebasen, dejo que el automóvil pase antes de cruzar la avenida. Cosas vanas. Paseo, me quejo, regreso. Pero ¿qué es esto de regresar? ¿A dónde? Invento un camino para poder decir que vuelvo, tuve que salir de ello, para sentirme muy cómodo al llegar, y estar aquí. Lo último es la página, el límite que pongo, el límite que perforan las palabras. Redundancia, diría Germán. Y ahora las cosas insolentes, las cosas que pesan, las que están detrás, guardadas y que a fuerza de tiempo se ponen más bellas. Y cuando digo peso, hablo del peso físico de los objetos, de la atracción hacia la Tierra. Pero hay un peso en mi cuerpo que no cae, que se demora dentro, sin que pueda irse a ese axis-mundis maya. Es un peso que se eleva como un globo, que me inflama, proclive a la lluvia, esperanzador del cielo y de la noche. Peso que me hace tambalear, como si un dios me acercara demasiado su aliento. Pero el camino estaba solo, siempre así, no sucumbí, y lo avancé, y escuchaba mi soledad, y cómo es de sonora, mis zapatos parecían cascabeles, el viento era desviado por mi cuerpo, lo natural y artificial era nombrado, existido; y estando tan solo pensé en ti, y existí entonces. Llegué a la casa. Dialectos llueven en la sala, con una lucecita mínima, casi perfecta, como si no hubiera muros y estuviera afuera. No hay cuadros decorando las paredes, ventanas simples, vanos que nos dejan pasar para tener la sensación de las dimensiones: lo minúsculo del lavabo, lo esperanzador del patio, alto, hasta el cielo. En fin, palabras, inicio y término, palabras.
here
Seurat

jueves, abril 17, 2008

XII

And were you lost, I would be,
Though my name
Rand loudest
On the heavenly fame.

And were you saved,
And I condemned to be
Where you where not,
That self were hell to me.

So we must keep apart,
You there, I here,
Whit just the door ajar
That <> are,
...

ED

martes, abril 15, 2008

Antifaz

yo no podría verme aquí. enhiesto.
se cubrió.
las cosas se cubren.
alfombrita de polvo.
se limpian o se tapan con manteles de trattoria.
con plásticos de papelería.
metros exactos dados por manos finas.
frías como álgida mañana de Ciudad.
se hace tarde.
se descuelgan los ojos de la cara.
se desgajan sobre el pasillo los pasos de los señores.
lo cubren,
lo tapa el sonido de sus pasos.