miércoles, mayo 28, 2008

Almut

Sonido aquel, voz que viaja. El silencio de los que trabajan es el sonido de sus herramientas, el golpe del martillo, los nudos del alambre, el choque de la pala horadando la arena: estrías en la superficie, modificada. Silencio alto, tranquilo, como el viento que golpea la copa de las palmeras, donde los ojos multicolores de los bichos me reflejan de mil maneras.

viernes, mayo 16, 2008

Algodón de azúcar color rosa.

Es la noche, yo escribo las cosas. Todas las noches las acacias mueven sus ramas. Cada noche como cada capítulo el aire recorre los mismos turnos, y yo camino por esta avenida un pie tras otro. Todas las noches las mismas pocas palabras, repaso los deseos del día, enumero lo que dije, lo que pasó: no como un catálogo de eventos, no como una clasificación que pudiera llevarme a la desesperación. Un bosque entonces. Bellos árboles que arden en la noche. Y los señores cantando con las manos embarradas de tizne, de la ceniza. El humo en el cielo, debajo las estrías de fuego devorando las hojas, el tronco de veinte años. ¡Qué dulce la alegría de los señores! ¡Cantan! Por supuesto, aprietan mi corazón. La tristeza siempre despierta mi corazón y otra vez llamas por todas partes. Pero ¿qué soy yo? Apareciendo en la noche, interrumpiéndoles, sólo soy un escritor. Yo escribo las cosas, mientras ellos me hacen sentir como si estuviera tragando vidrio, frotado contra los ladrillos. Estoy aquí viendo la respiración del fuego, viendo cómo apuñala la cima de los cerros. Mis ojos son como linternas, es la noche, muy oscura y puedo verlos. ¿Estás allí corazón? ¿Este micrófono que escribo tendrá voz? Simplemente el cielo, simplemente las estrellas desaparecen mientras los camiones pasan y en cámara lenta se extingue su corazón.