lunes, abril 14, 2014

Cacuánicas

Cacuánicas, seguro que por esta memoria personal fueron mis canicas grandes compañeras de juegos. Extinto el cacuánico de aquella casa. En el espacio donde estaba hay un gran bloque de concreto, ese material que los hombres utilizan para negar y ocultar la tierra propia. Yo no supe cuando lo cortaron. Cuando se lo llevaron seguro le dieron varios machetazos, presagiando estos días calentanos. Nuestro lugar de juegos paso a formar parte del paso vehicular: gatos y perros atropellados, los que sobrevivieron aullaban de dolor que tuvieron que dormirlos; pelotas ponchadas; juegos de ponche suspendidos para que pasara un polvoso coche; una camioneta a toda velocidad silencia las conversaciones de la banqueta. En un borde quieren confinar la memoria. Sobrevivientes por azar o porque mi abuelo los sembró después de que los hombres tapiaron la tierra, crecen algunas pochotas, ciruelos y mangos. Crecen a dispar, entre precario equipamiento de juegos infantiles. Crecen intentando prolongar sus raíces para resquebrajar el suelo, hasta que otros hombres vengan y los corten. Hoy hace mucho, mi abuela regaba el cacuánico, el viento meneaba sus frágiles ramas haciendo brotar las cacuánicas, esferas rojas, mundos diminutos que pisábamos y nos comíamos. Palabra cuyo ritmo estalla al pronunciarla. Gesto orígen. Día antiguo día nuevo.

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