martes, febrero 28, 2023

Trolebús



Si el amor es pasajero yo soy autobús.
Jaime López.


Hay muchas excepciones, pero cuando he viajado de madrugada encuentro personas más generosas con el otro. Amistosos te miran al abordar uno de los pocos trolebuses que recorren la ruta de veinticuatro horas. Y uno trata de ser recíproco entre tantos. Apretados pero fraternales parece que hemos tenido la fortuna de no quedarnos abandonados en las calles y hacer una caminata que a esas horas es un deporte extremo. Yo tengo el privilegio de habitar la Narvarte, de caminarla siempre en una suerte de subrayarla en el día a día, comer en sus taquerías o demorarme en sus exiguos parques; pero algunos, ya sea hacia al sur o al norte, para llegar a su madriguera desgastaran todavía más la suela de sus zapatos. Ojalá hubiera un transporte que rodeara la ciudad: encorvando el Eje Central, provocando cercanías y no estar atenidos a usar un DiDi. De San Juan de Letrán a Cumbres de Maltrata son poquísimas estaciones. La velocidad del traslado anticipa los arrullos de cama, las sábanas desdobladas y miro la ciudad a través del marco de las ventanas, atravesadas por los gestos y conversaciones de las personas. The World is quiet. Atravesamos Salto del Agua y recuerdo cuando compramos el televisor Hitachi en un desparecido Viana, en cómo la subimos a un taxi para llevarla a casa; en los huevos picosos que servían en el Vips que también estaba en ese cruce de caminos: lugares que ahora forman parte de la escayola de la ciudad que se desecha. No añoro esos sitios sólo siento que colapsan la urdimbre de mi memoria. Donde hay una van dos, donde hay dos van tres, donde hay tres van cien, siempre habrá un millón…—canta Jaime López.

viernes, febrero 24, 2023

“I think of her often
and hope whoever she's met
Will be fully aware of how precious she is.”
Ballad In Plain D (BD)

Quiero sumergirme en el polvo que levantan los perros. Adentrarme en las partículas que nublan breve esta realidad. Ser un poco sus patitas que se doblan a cada bocanada de velocidad. Quiero mirarlos correr sin descanso y sin la preocupación de lo que vendrá. Que corran y se correteen como las manos hacen sonar algunos acordes de guitarra. Con sus colitas erguidas rompiendo cada suspiro, ordenando los pensamientos. Andar despreocupado sin que exista cansancio, atravesando todo como la inmensa raíz de un árbol. Y correr correr correr como lo hacía antes, con las rodillas sanas y las piernas livianas. Que mis pies sean sus patitas y sentir la calidez y rugosidad de la tierra. Y en cada paso alzar este polvo que se almacena al pensar en aquellos misteriosos ancestros. Quiero correr en los espacios agrietados como la huella de sus patas. Como lo hacen los pájaros libres de las cadenas del cielo. Nutrirme del polvo de los días como de las sonrisas de los muertos.