Dibujábamos nuestras sombras en el zócalo, cómo nos gustaba. Los jugos de mandarina, los bocetos de peces entrevidriados (aquellos cautivos en las peceras) y, los ambiciosos juegos por la calle que, terminaban siempre arrancándole sonrisas a los peatones; a mí, éstos, me recordaban “El Verano de Kikujiro”: interminable indefinible inolvidable. Hoy Nicolás expone en Bogotá, qué ganas de tomar el primer vuelo, aunque haga escala en Panamá y Medellín, de Acapulco a Bogotá. Suspiro grande... Agradezco enormemente a María, que estará a centímetros de él, para que le de el regalo que escogimos juntos en febrero, aquí en México. Es mágico que no haya tenido ocasión de verlo desde ese distante mes hasta hoy. Me gusta que pase así, porque eso provoca algo de extraordinario a nuestra gran amistad. "La propuesta de Nicolás Paris, involucra un interés en el análisis del espacio físico y el tiempo existente entre el cambio de un estado a otro, él decía (dice) que: "las partículas iniciales, esconden un todo que a su vez conforma la parte de otro todo mayor… escalas dentro de escalas, ciclos dentro de ciclos", me parece estarlo escuchando después de haber visto a William Blake, actuado por ese hombre que usa tan magníficos sombreros, aquella primavera de 2001. La reiteración de la imagen, la secuencia de una cosa repitiéndose a sí misma, y a su vez interactuando con el misterio da un sentido diferente a su realidad inicial". Nico, amigo grande, la mayor de las suertes a ti.
Nicolás Paris, Mota (detalle), materiales diversos, 15 cm, 2005
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