sábado, agosto 12, 2006

Espejo

Cuando entro en aquella habitación, veo con mucho desconcierto una mano que no es la mía. La mano parece que levita, hasta que se apoya en la profundidad del espejo y avanza como una hormiga, se detiene, y deja de ser opaca al encender la luz. Miro la mano que suponía ajena convertirse en mi mano que toco. Después, trazo con el índice, las colas y trompas de elefante enlazadas que dejó Laura dibujadas en la pared.

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