martes, diciembre 04, 2007

Después del punto

Me imagino que entonces se paraba, contento, ya sin el café amargacho; además pleno. Se levantaba, veía por la ventana que hacía calor, que el día marchaba y las líneas se iban apilando en el texto como la suerte iniciática del media cuchara cuando éste hace su primera barda, o muro, o pretil para sustentar las tinajas. Entonces pensaba en lo último que escribió: como los personajes de Goya, los que gritan de terror, de cólera y de esperanza; hasta que de nuevo, sin que lo esperara, empezaban las ideas, interminables incesantes a prolongar su discurso, a devolver la palabra a los que nunca la han tenido, a los que no la han gravado en inscripciones, ni dejado en tablillas y manuscritos.

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