miércoles, marzo 12, 2008
El momento
Empiezo por decirte palabras, que se mecen en el viento y deciden al instante ese qué pasará de los cuentos. Correteo tu figura con el pulsar de mis dedos, te acallo porque desato el corsé de tu boca. Desisto y resisto mantenerme cerca, silencioso como una luciérnaga, vivo de tu repentina luz. Te escapas. Me engulle la noche de precarias estrellas, sin cimas para ondear tu nombre. Los gritos se pierden en el espacio de la distancia. Invisibles, nos acostumbramos a no escuchar, a desandar el camino en un atroz ataque de pesares y de alegrías. Sí, ese siempre inconexo en el que te encuentro y te escapas y sigo sin entender el porqué. Desisto y resisto los instantes sin ti. Sin tus maneras de andar por la habitación, por la avenida. Sin poder verte peinar el cabello, las líneas finas de tus ojos. Sin lograr responder a tus miradas con múltiples besos como constelaciones misteriosas. Me acallas, no dejas de interpelarme Silencio, bandido amigo, compañero de viaje, amigo incondicional de infancia, de ciudades de pecho gris pero con ese reflejo a jacaranda en sus ojos: ventanas extraordinarias, donde se fermenta la tristeza y este mío, quieto instante en que tú, fugaz me nombras. Estas palabras no significan nada sin tu poder: maravilla mítica. Tu cabello interpela al viento, te despeina, entonces creo que el lenguaje es un espectáculo sin palabras. Mi respiración se acaba, preciso quitarme la escafandra, bucear a la superficie de tu rostro, mirar la noche y encontrar todos los resquicios en que vos estás.
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1 comentario:
Una deliciosa asfixia, delicioso post
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