Encuentro un amargo placer en estos días. El brazo descansa en la mesa, no es como me decían, escribir es dejar el impulso al aire, sentirle caer pasito, poquito a poco. Es un decantarse completo, íntegro. Importa pues escribir, escribir qué, escribir-te. Hay un equilibrio desconocido y la duda se sienta en mis piernas. El sonido de la cuija es mi desahogo cotidiano. Quién es ese buitrólogo valiente que fue a buscar la espera alejándose del mundo; esta espera cotidiana que me hace sentir distinto. Aspergeriano. Desfigurado en el mundo. El concierto de la espera me ensordece, sólo las cosas, mi gato y estos pulsos a la máquina que saltan como niños en las fuentes de bellas ciudades que de mi memoria se alejan. Quisiera… que llegara la fuerza de una ola y sus brazos me arrastraran, que algo me quemara. Hay marcas en mí de las que me sentía orgulloso, ahora desaparecen y sólo en fragmentos de recuerdo vuelcan todo y el corazón se me agita como a Dante. ¿Dónde está mi Beatriz? Espero a que mi gato me sonría y me lance su mirada de ausencia. Sus ojos breves atravesaran lo ancho de la pieza y su mirada me convertirá en un mueble. Días intensos, nutriéndome de los silencios y es en ello que reconozco la falta de cualquier cosa. Vagando como ellos yo. Esperamos un beso; la joven espera una carta, el niño espera que le alimenten; esperamos que den las nueve, que llegue la noche; esperamos las voces, esperamos que llegue el tiempo rimbaudiano; esperamos el momento exacto para ejecutar la nota, esperamos para atravesar la calle y esa transición la encuentro maravillosa, ese Pi matemático infinito, ese entresegundo donde todo se acomoda, esa búsqueda de nada, esperar para llegar a otra espera, y sólo en ese movimiento, como en el impulso que hacemos antes de poner una palabra y decirte: te quiero Maribel, hay honestidad brutal, esa es mi esperanza.
domingo, marzo 14, 2010
miércoles, marzo 03, 2010
d - eseo
El olor fino solitario de tus axilas
Un hacinamiento de coronas de paja y heno fresco cortado
con dedos y asfódelos y piel fresca y galopes lejanos
como perlas
Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y
estrellas de mar y estrellas de cielo bajo la nieve incalculable
de tu mirada
Tu mirada de holoturia de ballena de pedernal de lluvia
de diarios de suicidas húmedos los ojos de tu mirada
de pie de madrépora
César Moro
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