lunes, agosto 23, 2010

Viajem.

Te acostumbrarás pronto a estar quieta. Viajó a Orizaba. No se necesita conocer eso a lo que se va para moverse. En el viaje te olvidas de aquello que dejas y entonces buscas sin hallar. Se pierde la memoria y de eso se nutre el dolor que después llega. No es el sentimiento corriente de cansancio. En la huerta miraste las víboras mudando de piel. Tímida enterrabas sus viajes. Empujaste la roja tierra. Una deja caer la piel despacio y eso duele. Te ibas a Papantla, a Tecolutla: ese mar grave del golfo mexicano que te animaba al suicidio y a la vida. Cómo se puede querer dos cosas al mismo tiempo. Una mujer viaja. Dónde pone el énfasis. En el amor. En las estrellas. En los nombres. Esa noche quisiste tirar la piel que de la ciudad traías: caminaste entre la herrumbre de la ciudad caminaste apabullada por los pensamientos.


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