domingo, diciembre 19, 2010

Cervical

Mis dedos desnudos son la extensión de mi horizontalidad. De esta línea que el traumatólogo me aseguró perfectamente recta. Mi verticalidad en reposo traspasa mis pensamientos y los dolores de mis huesos. Mi cuerpo es arena removida. Hermético. Mi movilidad castrada. Cuando me llevaron en esa camilla dudaron de mi personalidad. Tuve que asegurarles que era yo y no otro. Mi nombre repetido mil veces entre topes y esa luz blanca como un símbolo de inmortalidad. Sí, yo soy⎯les decía. Mi voz no podía ir más allá de la pared reticulada de la sala de observación. Mis ojos abiertos de nada servían. Mi cuerpo es solo un transporte. Vulnerable. Fácil de quebrarse. Yo lo veía como si trajera arrastrando un tumor. Yo soy este cuerpo.

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