Mis manos son una extensión un alma en pena. Viajes. Éxodos donde pernocté vacío. Calles en que me nutrí de las luces que venían del interior de las casas. La quietud versada de los árboles. Sus hojas una especie de isla. Buscarte es perderme entre vagones, confundido con la personalidad deforme y única de los limosneros. Repegado pasé Tlalpan. Las luces desconcertantes de los barrios pintan en el cuadrado de la ventana atisbos de tristeza. Un circo. Un café chino. Una pasarela de prostibularios. La alegría huyó hace bastante tiempo, cuando éramos jóvenes y a patín surcamos las avenidas aunque la lluvia cayera. Éramos fuertes, aún nuestros huesos sólidos no eran erosionados por el amor y por la ira. Débil uso un transporte. Ato mis pies a un pie mecánico y estéril.
lunes, junio 27, 2011
Éxodos
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