Ni en un momento de la noche, he dejado de ver la forma de tu cuerpo. Mis manos se estiran, se comprimen. Vuelan en mis dedos las luciérnagas. Se apagan mis ojos. Se oscurece la habitación y tu nombre repetido, anuncia pasos, tu voz, tu tiempo que llega y me sorprende con tu abrazo... tu beso.
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