Ahora en la casa vacía. Uno está vacío de sí o de lo que ha sido, de lo que soy. Estoy siendo ahora de mí. Aprendiendo a ser lo que era—antes—ahora la casa así: llena de mí, de mí sólo. Me rodean los sonidos: áspides que me quieren tranquilizar. Los sonidos del TV, los de la lavadora del vecino piso arriba. Cuento mis momentos. Niños cuentan su historia en mi casa, llenando los retazos que me quedan.
—una cabeza puede ir al piso.
No sé, nado en el vacío que llena mi estar. ¿Cómo explicarlo? Acomodado en el sofá veo como ellos lloran las pérdidas. Y yo ¿por qué lloro? Las lágrimas caen adentro, en el vacío interno. Sube alto, asfixia. Sólo con mi cuerpo y una pierna insensible, entumecida.
—tenía que ser el derecho.
—qué bella foto de los niños.
Sólo ese sonido del mar destrozando a un Chillida infante, desplegó en la sala palpitaciones, breves signos de recuperación. Trato de mover mi pie, hago repeticiones. Sonidos de velocidad, ruedas, actos rapidísimos. Un desistir insoportable, desisto, no olvido mi estar.
—el hombre cruzando velocísimo la plaza, llevaba unas cinco horas sin poder llegar.
* De Estrella: libreta 1/4, pasta dura, forma francesa.
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