Me siento para contestar en la tranquilidad y soledad el mensaje-tan esperado-mis ojos empiezan a partir-se, quebrándose... casi no puedo parpadear. El dolor transformándose, avanzando en mí, como hormiguitas arrancando pedacitos de mí, quedándose. Apenas puedo escribir, ¡imposible escribir un poema! Procedo con las gastadas palabras: los mediodías larguísimos, my bad poetry... Cómo me ha afectado, hay palabras que alejan, y esa es tan blanca como el paisaje polar de esta hoja. Me corta, me parte; divide mi silencio... hace más ancho el hueco que siento. Y solo quedan las ganas de llorar, quedan segundos últimos, sitios inexistentes que cristaliza la memoria: cada calle contigo, cada metro contigo, cada escalera contigo, es decir: desde que estabas. Los ojos miran el suelo pisado 'sin', un suelo sin la 'diamantina' que dejaban tus pasos. Quizá en otro tiempo; quizá, todavía, en este tiempo en que trato de acoplarme al ritmo del universo. Me he tardado escribiendo planas y planas de letras que no sé... Me he demorado en noches de tormentas tachando una palabra que me duele, y las horas extendiéndose tanto al recordarme sentado veinte centímetros por encima del asfalto: esperándote con los ojos empañados.
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