Antes de llegar a casa tuve la impresión de ver su sonrisa de Cheshire. Y al entrar, me recibieron las voces desde la cocina, con la sorpresa de ver a Lawrence sonriendo, y contándoles “yo desee que lloviera, pero no tanto”. Hoy nuestros lazos no son sólo los abrigos, si no las palabras, las “contadas de cosas”; y justo ahora que llegó el tiempo lindo: el frío, que nos sube por los pies como enredadera o muro, es que estamos contentos.
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