De vuelta a la ciudad: la calle, su noche, la gente durmiendo, este agonizante viernes. La semana quieta; intensos viajes, con piernas doloridas y zapatos sucios. Con piel quemada y raspaduras. Las páginas llenas de imágenes, con ojos limpios como el amanecer friísimo en la sierra. Tanto andar colgado de silencio, tanto irse por caminos donde sólo veía el choque quieto de estrellas en la noche, y platicaba a solas antes de dormir en esa grama silvestre. En fín, snif, snif, de regreso.
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