En la noche el animal de la lluvia vino a refrescar el caliente tiempo. Los que dormíamos agradecimos en un sueño profundo y merecido. Los amantes incesantes dormían más apretados. Los niños que nacían fueron bendecidos. Los vagabundos no hallaban con quién celebrar la alegría del agua: corrían como locos felices por las avenidas. Los gatos la miraban tímidos. Los escasos automovilistas frenaban sus impulsos y se relajaban en el viaje. Los choferes de camiones, los veladores, los que trabajaban en las taquerías, los que salían solos o acompañados de una fiesta, incluso los sonámbulos y los que padecen insomnio. Como si fueran una multitud de cascabeles: sonaban su risa por todo el pueblo, agradeciendo como en un rito el influjo de la lluvia. Al amanecer, salimos a las calles reflejándonos en el piso. 09:15 hrs.
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