Llegar a medianoche con el cielo cortado e indeciso. El estupor en las ventanillas. El viaje dilatándose en las lámparas. La humedad es una presencia y al descender y tomar la calle se cuelga de nuestro brazo. Sentimiento vertical como si el agua nos llenara de hoyos el cuerpo. Recorrer entonces la avenida tantas veces vista que la memoria olvida y el recuerdo nutre como espasmos de animal en laboratorio. Brilla la luz de los hoteles de paso la ausencia eterna de amantes. Callan los gritones del semáforo y hay pausas de gatos en el mercado. Pasillos donde no penetra la visión. Así llego. A medio respirar. Todavía ajeno a mi cuerpo y a mis pasos. Soy ropa que se mueve como si estuviera tendido hace ya tanto. Respiración. Transpiración de la alegría.
lunes, agosto 22, 2011
Transpiración de la alegría.
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