domingo, diciembre 19, 2010
Cervical
miércoles, noviembre 03, 2010
viernes, octubre 22, 2010
Equilátero
sábado, octubre 02, 2010
Ídem
A Rosendo Radilla Pacheco
Hay una forma de protesta que me molesta sobremanera: el recuerdo.
El recuerdo convertido en moda es peligroso y punza y lástima los hechos: los tergiversa.
La memoria allí está trastocándolo todo.
Hay lutos y luchas que se celebran con el merchandising. Son pretextos para el desmadre para el desfogue. Y me preocupa que se consideren banales y hasta jocosos.
Hay días precisos en que no celebramos o sufrimos en colectividad nada: eso es olvido.
Y los días en que ebullen de quién sabe dónde los gritos y las fechas es cuando llegamos con nuestra máscara y un caramelo a tratar de endulzarlo todo. A ser patriota mexicano. A ser cívico obediente. A ser nada entre el vacío de la masa. A ser activista comprometido. A ser un vándalo valiente. A estar convencidos de que ese dolor y esa alegría es también nuestra.
A falta de cicatrices se las quitamos a otras generaciones. La nuestra parca, tan quietos todos a pesar de que descansamos los fines de semana.
miércoles, septiembre 29, 2010
viernes, septiembre 24, 2010
Urbano
Sin ninguna esperanza
lunes, agosto 23, 2010
Viajem.
Te acostumbrarás pronto a estar quieta. Viajó a Orizaba. No se necesita conocer eso a lo que se va para moverse. En el viaje te olvidas de aquello que dejas y entonces buscas sin hallar. Se pierde la memoria y de eso se nutre el dolor que después llega. No es el sentimiento corriente de cansancio. En la huerta miraste las víboras mudando de piel. Tímida enterrabas sus viajes. Empujaste la roja tierra. Una deja caer la piel despacio y eso duele. Te ibas a Papantla, a Tecolutla: ese mar grave del golfo mexicano que te animaba al suicidio y a la vida. Cómo se puede querer dos cosas al mismo tiempo. Una mujer viaja. Dónde pone el énfasis. En el amor. En las estrellas. En los nombres. Esa noche quisiste tirar la piel que de la ciudad traías: caminaste entre la herrumbre de la ciudad caminaste apabullada por los pensamientos.
viernes, agosto 20, 2010
Copra
sábado, agosto 07, 2010
martes, julio 13, 2010
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domingo, junio 27, 2010
Ocaso
Empujado por el desanimo y tristeza de los que llevan playeras verdes, y uno que otro sentimiento de perro en azotea, he estado poniendo marcas de colores en la cartografía del país. Esto me facilita reconocerme. Acordarme. Haciendo este ejercicio mental descubro que hay pocas marcas en mi estado: Guerrero. Recuerdo el destierro en la infancia: a la ciudad, y la poca estabilidad que ha caracterizado a mi familia. Recuerdo los días llenos de tensión por las persecuciones políticas. Recuerdo esos pantalones, grises como los muros de esos barrios y colonias que habitamos. Recuerdo el primer batir de alas y las consecuencias que tenían las caídas. Recuerdo mi soledad en el golfo y mi reencuentro con el mar que me llevo a anhelar otros recuerdos que perdía, sin embargo fue ese momento el que ha propiciado todos mis viajes y hace que frene en el mapa mi intensa búsqueda de sitios en los que alguna vez estuve. Miro con pesar la geografía local. Parece abierta de brazos, en perpetuidad. Veo este origen de todo en mí. Repaso la tristeza y las alegrías en las únicas marcas que he colocado, y parece que a cada pincho, sangran de colores sus ríos y sus montañas, y que callan esos grillos de las carreteras, y que el relámpago quema esos bosques cubiertos del café de sus costas, de esas pieles de barro de sus playas; y que los nombres de sus pueblos se olvidan y no habrá generaciones que digan sus sílabas y acentos, y que sus piedras y antiguos monolitos con formas de dioses serán devorados por el hastío y la pereza de sus caminantes, y que el néctar de las flores sabe amargo a los insectos y la fauna retornará al cielo de la cueva, y de mis ojos salen vidrios que rozan su fértil superficie inexplorada.
lunes, junio 21, 2010
Afección
He pasado en cama este fin de semana. A falta de gusto por la onda culinaria o las últimas del cine me concentré en la lectura cibernética. Noticias frescas a cada recargar la página y tuits que nada de livianos tienen llegaban como abejas. El país es un balde lleno de tristes noticias y yo en la cama, postrado como una estatua olvidada de Reforma, como si fuera una incubadora de negros presagios. Qué nos queda ahora, qué tutela, en qué residirá la conciencia, de qué almanaque, de dónde arrancar lágrimas, son algunas de las palabras que han vertido diferentes personalidades de todo el extracto efímero de la Red. Interrumpido, como de costumbre, por la sintonía aguda del TV, o la mirada penosa que tiene mi perro, cesaba de leer las páginas o llegaba a un punto y coma interminable. Así las palabras en la pantalla aséptica, fácil deformarlas con un leve zoom o el reload intermitente. La información fluye a tonos siderales, inconmensurables y yo cada vez más tieso sintiéndome más cerca de lo frío que de lo vivo. Y el día no estaba para repartir naranjas. Llovió como si cada respirar fuera un eco de las palabras escritas por ellos, como si fueran sus últimas voces. Me costaba trabajo imaginar el estado de sus cuerpos: tumefactos y tiesos, nada distinto a mí en esta habitación—pensé, a sólo unos grados de formar parte de ese grupo selecto que se va antes de cumplir los treinta. Pero yo no quería imaginar eso. La hormiga de la información roía mi cabeza. En algún momento del día cometí el error de no hacer caso al médico y me aventuré a salir. El humo y aire acondicionado apabullaron mi pobre condición y tuve que, irritado, volver a la cama, nutrida ésta de sinuosas sábanas. Las noticias siguieron llenando el balde hasta desbocarlo. No sé por qué tenemos la mala costumbre de interesarnos por el dolor ajeno, un gusto a veces mórbido que no se sacia hasta que hayamos absorbido todo de lo que de ello viene, y los medios atizaron y propiciaron mi loca y pronta aversión por las últimas y las de minuto a minuto. Lo más sano era apretar el ícono de off del computador, sin embargo había notas que no dejaban de conmoverme y las repetía aún después de ya haberlas leído. La tarde empezaba a caer, se veía por la ventana. La lluvia escurrió todo lo sucio, adentrándolo en la entraña desconocida de la ciudad. Soplaba ligero el viento frío como si fuera el aliento de un Dios misántropo. Ya había luces encendidas en Machohua, en la lejana Amojileca. Y estaban los chifladores chiflando su repetitiva canción. Me acordé de las palabras de tía Tina, de que esta vez sí caerían Chicatanas grandes; me acordé de mi estado en la habitación y de cómo los mínimos movimientos hicieron que todo se arreglara o se compusiera y quise por instantes estar metido en sus cuerpos y ya ellos en mí, respuestos después de estos días de cama.
domingo, junio 06, 2010
Esta luna que mengua.
martes, mayo 25, 2010
jueves, mayo 20, 2010
Mujeres con voz de sirena
Vuelvo a casa como un quelonio. Las horas son elementos, como el scrabble que suena al caminar en tu maleta como si fuera una marimba. Todas esas palabras sueltas que cuentan esto y los ojos que tú miras. Pero yo me pongo cómodo. Apago las invitaciones de sociabilizar al lado de ellos y te palabreo solamente para mí en la habitación. El tiempo se desliza suave ahora, y me siento un aprendiz de escriba. No terminé de leer “Silvano”--recuerdo
el tacto apresurado con que me tocabas.
Hay noches exactas y más tibias que ésta, pero estás acá silbando lo que sigue y con eso me basta para hacerla mía. Había tantos ventiladores, y sus ruidos como nubes que no dejan ver el cerúleo cielo de mayo, ocultaban el leve girar de los engranes sin sustancia. Como parte de esa maquinaria, trabajábamos, únicos y solos al ritmo del giro de sus hélices sucias y dentadas. Las voces que permeaban los quince centímetros del muro parecían tarareos al ser impulsadas por su viento. Que pase algo--decían unas
mujeres con voz de sirena.
sábado, mayo 15, 2010
Sabatina
Observo y siento que mis ojos son los de mi madre. Pero no como si fuera un rasgo físico
—hay, mira que tiene los ojos de su madre
—tus ojos son iguales a
Como si un extracto de ella se traspasara en mí. Como si la vida se compusiera de planos y a veces el plano de su mirada se traslapara con la mía. Pero no veo lo que ella, no soy omnipresente ni tengo en la visión esa potestad que tienen los padres ante los hijos. Miro desde aquí con sus ojos y no sé si a ella le ocurra lo mismo, o nos piense en situaciones semejantes. Quizá con un deseo de protección
—hay, qué estará haciendo
—dónde andará
que la acerque y escuche y sepa de nuestros adondes. Extraña sensación que muere en micras de tiempo y que las distracciones burdas intentan desaparecer. Extática sensación que hace invisible el entorno y al silencio un gigante aliado.
domingo, mayo 09, 2010
Cantona
Ah, temporalidad. El tiempo es distancia. Los lugares recobrados me parecen lejanos. El tiempo es predicción exacta. El vuelco hacia atrás. El presente más corto. Viajamos tres horas pudiendo hacer una. Pasa una semana y me parece ayer estar veloces en el Renault. Cascos de viejas haciendas sostenidas por prótesis de recuerdo. Tristes fábricas enmohecidas entre cráneos de fauna y cadáveres de perros. Vegetación ceniza y de gigantes creciendo a lomo de cerros. Sonrisas iridiscentes en los tendejones vacíos por la sequía urbana. Tiempo al fin, vasto.
lunes, mayo 03, 2010
Cholula
Viajamos sorprendidos, digo yo... La carretera se estira como esas buganvillas de los viveros de Atlixco. Sentía una sequedad-por así decirlo-en la boca, en los labios. El calor se filtraba por el plástico del vivero y hervía los bellos de la piel a un punto extraordinario. El humor excelente. Ya no recordábamos esas cuatro horas que nos habían traído aquí, enjutos, sólido, vivaces. La tensión ha disminuido-pensaba-ahora, con el calor sólo se antojaba el agua de ámbar que había casi hurtado del eficiente “subzero”. Eran, fueron, son horas breves, exquisitas. A ella le pesó la pierna y la velocidad la emocionó, aunque parece que el tiempo no deja ningún saliente y en los momentos que nos pensábamos extraviados llegaban dosis de locura pura que nos alegraba. La vida me recorre en forma de viento por el rostro, y yo levanto la visión a ese infinito único del centro del país, únicamente frenadas por esos moluscos de la tierra: las montañas. Perdidos, perdidizos, para nada. El embrague del coche, el uno, dos tres de las velocidades amortizando la llegada, para que no sea explícita la emoción, para que el éxtasis de verte no sea inmediato, para que te demores en mí como estos atardeceres que gozan tus ojos, estas caídas sin herir el entorno de culturas ancestrales antiguas, estos olores que nutren mis manos, estas alegrías que absorbo, estos sabores que viajan y vierten su velocidad definida, única y precisa.
domingo, marzo 14, 2010
f - acsímile
Encuentro un amargo placer en estos días. El brazo descansa en la mesa, no es como me decían, escribir es dejar el impulso al aire, sentirle caer pasito, poquito a poco. Es un decantarse completo, íntegro. Importa pues escribir, escribir qué, escribir-te. Hay un equilibrio desconocido y la duda se sienta en mis piernas. El sonido de la cuija es mi desahogo cotidiano. Quién es ese buitrólogo valiente que fue a buscar la espera alejándose del mundo; esta espera cotidiana que me hace sentir distinto. Aspergeriano. Desfigurado en el mundo. El concierto de la espera me ensordece, sólo las cosas, mi gato y estos pulsos a la máquina que saltan como niños en las fuentes de bellas ciudades que de mi memoria se alejan. Quisiera… que llegara la fuerza de una ola y sus brazos me arrastraran, que algo me quemara. Hay marcas en mí de las que me sentía orgulloso, ahora desaparecen y sólo en fragmentos de recuerdo vuelcan todo y el corazón se me agita como a Dante. ¿Dónde está mi Beatriz? Espero a que mi gato me sonría y me lance su mirada de ausencia. Sus ojos breves atravesaran lo ancho de la pieza y su mirada me convertirá en un mueble. Días intensos, nutriéndome de los silencios y es en ello que reconozco la falta de cualquier cosa. Vagando como ellos yo. Esperamos un beso; la joven espera una carta, el niño espera que le alimenten; esperamos que den las nueve, que llegue la noche; esperamos las voces, esperamos que llegue el tiempo rimbaudiano; esperamos el momento exacto para ejecutar la nota, esperamos para atravesar la calle y esa transición la encuentro maravillosa, ese Pi matemático infinito, ese entresegundo donde todo se acomoda, esa búsqueda de nada, esperar para llegar a otra espera, y sólo en ese movimiento, como en el impulso que hacemos antes de poner una palabra y decirte: te quiero Maribel, hay honestidad brutal, esa es mi esperanza.
miércoles, marzo 03, 2010
d - eseo
sábado, febrero 27, 2010
s - urgir
hasta ya la llama,
rama da cáscara
trama, mata maya,
chamaca va pa nazca,
más machaca dan las dalas
dan las palas,
la rama calla
la chamaca ara la pampa, ama la nazca.
maíz
lunes, febrero 15, 2010
a - rmisticio
Por las uñas también pasa el tiempo. Lo percibo. Lastima y crece adentro, de la piel, de la carne. Uñas largas que tiemblan y duelen como estos amaneceres insípidos iguales. Crecen carcomen. Pequeño comején del tiempo. Prolongan la posibilidad de mis dedos, la tristeza de mis falanges, un sinónimo de suciedad pereza hastío. Una promesa ambigua, y me salta y me asusta. Y me siento deforme rígido. Un movimiento en falso y sería un espejo roto en cualquier calle. Y entonces multiplicado inerte mudo huiría de esto.