lunes, diciembre 31, 2007
sábado, diciembre 22, 2007
miércoles, diciembre 12, 2007
Ruiditos
jueves, diciembre 06, 2007
Con el anhelo dirigido hacia ti...
cuando de pronto oí unas alas batir,
como si un peso comenzara a ceder,
Tal vez fue algo de la puesta de sol,
o algún efecto secundario del té,
pero lo cierto es que la pena voló
y no importó ya ni siquiera porqué,
Algunas veces, mejor no preguntar,
por una vez que algo sale bien,
si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también.
notas de pie de página:
1) letras: JD.
2) estado más o menos.
martes, diciembre 04, 2007
Después del punto
lunes, diciembre 03, 2007
miércoles, noviembre 28, 2007
sábado, noviembre 17, 2007
De ti
“Para algunos —¿qué no serán acaso aquellos afectados por el gen del pesimismo?— en este siglo XXI ya no hay nada más por descubrir porque aparentemente ya lo hemos hecho todo: hemos mapeado y remapeado al mundo, contado ríos y estrellas, censado animales y plantas, catalogado —o descatalogado— planetas, desplegado al hombre que somos hasta en lo más íntimo de sus estructuras y componentes… una tarea titánica empeñada en los siglos de los siglos sin pensar quizá que aquel mundo, en el palpitar infinito de la diversidad de sus componentes y criaturas, podía zafarse, desplazarse, interpelando tranquilamente nuestras grises letanías de nombres y definiciones, inventándose y reinventándose continuamente desde lo más secreto de los imaginarios rizomáticos”.
“Pero ¡cuidado! ¡Que quede claro que el artista no es Dios, ningún Dios!, porque Dios crea y el artista inventa. La invención prolonga la creación agregando a lo creado algo más misterioso, como una especie de futuro que ya se viene incluyendo a toda prisa al presente, lo fagocita, lo nutre y lo enriquece, reencantando a su paso un mundo azotado y entristecido por la razón. Me pregunto: ¿cuántos imaginarios de pueblos olvidados nos falta todavía por inventar? ¿A cuántos artistas tendremos tiempo todavía de convocar para que nos sigan enseñando a soñar despiertos? ¿Acaso se agotarán algún día las resonancias de las tierras de utopía?”
“...Estamos ya en los tiempos del paseo de la sirena. O de la conversación de las novias de la luna. En la visión de algún tipo de real infinitamente más revelador que todas las antiguas mimesis juntas, fecundado por la sorpresa del descubrimiento y del asombro frente a los cuerpos obstinados de aquel nuevo pueblo de utopía, abierto a la lenta pasión de un horizonte existencial todavía por definir. Cuando el artista se levanta, un pedacito del mundo se levanta con él, con su nuevo y reluciente traje de metamorfosis adscrito a otra circunstancia de génesis, sin ningún pasado inmediato por aquella región del mundo pero con muchos futuros por disponer en tiempos de nueva cartografía”.
texto de: Laurence Le Bouhellec
miércoles, noviembre 07, 2007
La ausencia de tu presencia
Llevamos los días bien largos, colgados en “conferencias”. Cuando le gusta algo se toca el cuello. Escucho a Rufus Wainwright:
y ellas usan cortaúñas bonitos. La gente sigue hablando del marco jurídico, de política, y está allí el texto de Touraine
—la “ai” suena como “e”—me dices, y me hace cosquilla tu acento...
que me dijeron que leyera y no quiero hacerlo. Me saco el confeti de las bolsas de la camisa. Me hace ilusión salir de esas “pláticas” y entonces caminar los dos kilómetros a la casa solo. Y tomarme ese café que me recibe calentito antes de irme a la cama; o imprimir un dwg ‘bastante pesado’, y entonces pienso que si estiro la spinline se dibuja tu sonrisa, y puedo acercarme a ti, sin ningún tipo de ofset, sólo, llenando el espacio con música, ahora, de CocoRosie (By your side).
imagen de Antonio Saura, mujer sofá.
sábado, octubre 27, 2007
Eres 'vos'...
No tengo sueño, todavía me faltan detalles técnicos en los planos. En los vanos intangibles que dibujo, se asoma el abismo negro de la pantalla que me hace recordar tu imagen; en los ejes, con su orden alfabético, con su colorcito verde, repaso una cronología de vidas que ya no están. Los quince centímetros con los que choco siempre se multiplican en el plano arquitectónico. Pero hay una estrella en la noche que me da lo más dulce, es ese tono afrancesado que tú llevas, es ese cómo.
miércoles, octubre 24, 2007
Ausente
Richard Blackmur
Sale sin diálogos, pensando en alejarse de este universo antropocéntrico. Cuenta las hormigas que se toman el agua de su vaso, el de color cremita que su hija le regaló. Va a la mesita, se sienta y mira las cosas que el hábito ha desgastado y cubierto de sedimentos. Encuentra relaciones inéditas, misteriosas. ¡Es mágico!—decía Germán—. Cuando escribe carga la tinta, se vuelve aproximativo, impreciso, lo hace adrede a propósito, otorgándose tajadas de vida. Su soledad es un término nuevo—¿cómo decirlo? ¿cómo explicarlo?—. Afuera, las luces del puerto mascullan invitaciones a ser voyerista. Afuera, de sus libros, los insectos gimen en la noche. Afuera, del campo visual de su visión, se prolonga su corazón hasta acá.
Retículas
Límite entre el espacio aéreo y el espacio ultraterrestre
1. El límite entre el espacio aéreo y el ultraterrestre sería aquel en el cual ya no existe atmósfera desde el punto de vista científico. La dificultad práctica que existe con esta teoría es la imposibilidad de precisar las fronteras de la atmósfera, ya que ésta no es uniforme, sino que comprende diversas capas.
2. Otra corriente sostiene que la soberanía estatal se extiende hasta aquella altura en la que es posible la ascensión y el vuelo de una aeronave en la atmósfera. La dificultad que ofrece este criterio es que el creciente progreso tecnológico en materia aeronáutica eleva constantemente la altura máxima en la que es posible volar. Otro problema, además, es el uso de ciertos tipos de máquinas híbridas que pueden volar como aeronaves mientras exista reacción aerodinámica, pero también pueden, con un sistema distinto de control, ser operadas como naves espaciales en ausencia de reacción aerodinámica.
3. También se sostiene que el límite entre el espacio aéreo y el ultraterrestre está constituido por el límite de campo gravitatorio de la Tierra, es decir, donde se desvanece la atracción terrestre y comienza a predominar la de otros cuerpos celestes. Este punto de vista ha sido criticado debido a que se extendería desmesuradamente la soberanía estatal, ya que se estima que la atracción terrestre alcanza hasta una altura de 260 000 kilómetros, en donde recién se produce el equilibrio con la atracción solar.
4. Para obviar estas imprecisiones y divergencias se ha postulado como límite máximo de soberanía y comienzo del espacio ultraterrestre una altura fija de 90 a 100 kilómetros. Este punto de vista tiene la ventaja de fijar con certeza un límite aplicable a todos los países y permite determinar con suma facilidad si un objeto dado se encuentra en el espacio ultraterrestre o bajo soberanía estatal.
En ausencia de un límite preciso, la opinión mayoritaria considera que el espacio ultraterrestre comienza por lo menos a partir de la altura más baja en la cual un satélite artificial haya sido colocado en órbita alrededor de la Tierra.
Tomado de: Ortíz Ahlf Loretta, Derecho Internacional Público
lunes, octubre 22, 2007
Cíclico
domingo, octubre 14, 2007
Cosas
viernes, octubre 12, 2007
Único
Imagenes de la obra "K", en Chilpancingo.
domingo, octubre 07, 2007
12:54 y 1/2
Comenzaré por escribir las palabras que recuerdo, las prolongaré en la pagina: las planizaré. Pronto se irá la pequeña noche que ensancha las horas en el pueblo, y llegaran las cosas vivas nuevamente a tropezarse conmigo. La cama me espera. Tu voz me alcanza las manos. Tus letras son como ríos en mí: fluyen, se calman, rompen... Distancia de cerros y de árboles nos acercan, los colores del sueño; nos besamos para despertar las estatuas: tú, de tu ciudad de templos y palacios; yo, de este pueblo repleto de capillas blancas y de santos. Quisiera acércame a vos y ser tu espacio
—rodear el tiempo...
ensanchar tu sonrisa; deslizar mis dedos en cada vertebra como en un piano. Las palabras me persiguen, hundo las manos en los bolsillos y salen volando como serpentinas, se van y vuelven, me acuesto en ellas sobre la grama. En la distancia a veces me atormentan, ojalá no las supiera, casi ninguna, pero al menos me quedara.....................
12:57
martes, septiembre 11, 2007
Model
Fuimos a la función del circo cómico francés. El chico de tirantes te recordaba a un cantante inglés. Su cuerpo lánguido, el maquillaje de su cara, y los pómulos que sobresalían de su cráneo, te hacían sentir cosquillas. Trabajabas en esa tesis, hasta el otro lado de la ciudad, y en los croquis de muchas cartas no dejabas de mencionar el perímetro de calles sugerentes: Soledad, Jesús María, Corregidora, La Santísima. Te alegraba sólo nombrarlas, hasta escribiste una edénica historia sobre ellas, sobre el ombligo de la ciudad y el centro de tu cuerpo. No sabes cuanto sonreías, al lado de viejos camaradas vestidos de color ladrillo, que por las mañanas recogían los restos de bombón de azúcar que sobrevivieron al sereno y a las bocas de los amantes, y con esos niños llenos de lágrimas los ojos al ver el meandro de luces adornando la plaza.
—es terriblemente hermoso.
El centro, donde trabajábamos y nos juntábamos. Para ti era fácil hallarme: en las tiendas de artículos usados de República de Argentina; en el salón Fosforo, cinito donde un señor te pidió amablemente que te callaras y muy seria estuviste toda la película; en Alhóndiga, compartiendo el desayuno con un vagabundo; o metido en los claustros: hay un abanico bellísimo de ellos en ese lado del centro, te encantaba exMerced (escrito de esa manera para acordarnos de las clases teóricas de Vicente Flores, y reírnos barriga llena). Ya después, cuando tomaste aquel avión, yo volvía recurrente a ellos, y el velador me decía: ¿y la muchacha?
En cambio, yo tenía que llamarte, siempre en tu torrecita. Y el punto de encuentro era el asta. Pero esta vez tendrías que cruzar más de la mitad de la ciudad, hacer un esfuerzo de viaje, ver todas las figuritas del metro, y con señales precisas bajarte en esa que representaba un caduceo, donde había que transbordar, trascendender. Se llenaban de simbolismos tus ojos hasta llegar a ese piélago de la ciudad: negro el suéter, alegre el rostro, cubos trazados con tinta en las manos. Las que después estarían pegajosas por todas esas naranjas que nos dieron al entrar en ese circuito de fantasía, donde estaban los artistas de la risa. Y vimos por primera vez en mucho tiempo, un juego de tenis emocionante e increíble, más vistoso que la estética de las películas de Jeunet y Caro, después del espectáculo de almohadas y de zancos que para todos sería, sin equivocarme, inolvidable; y escuchamos el reír sonante de muchos niños, doble alegría para tu corazón. Pensé, por momentos, que regresábamos al principio de la ciudad, a cuando se carecía de luz eléctrica, y que estos cómicos representaban faroles en estos sitios menospreciados y duros de la ciudad, o como en arquitectura, plazas para reunir a un bando con el otro, me acordé entonces de las casas de vagabundos de Turquía y del teatro de locos; del proyecto con las prostitutas de calzada de Tlalpan de Mauricio, y me alegraba mucho y te lo decía. Y la noche empezó a deslizarse sobre nosotros con ese todavía de ecos, y los olores a jugo de naranja se caían al cielo de oriente.
jueves, septiembre 06, 2007
These Days
-Oiga, Baumer ¿Podríamos sacarnos una foto con usted?
-Con mucho gusto.
Había pedido que su acompañante habitual, la de sus días de gira, lo encontrara en el muelle... vía el autobus Green Line.
-Hola.
Como siempre, ella llegó tarde.
miércoles, septiembre 05, 2007
En el día
Hice bolita el papel y con él se fueron las palabras. El cesto está vacío. La mujer—contrabandista de sílabas—se las llevó en una bolsa negra de plástico. Las palabras se asfixian, las palabras se ensucian, se adhieren a los restos de la basura dejada: a la forma irregular de una cáscara de naranja, a los bordes sucios que quedan en los vasitos de café desechados. Las palabras se aventuran se marchan. Y la ciudad lo resiente.
La lluvia se nos ha venido encima, su olor provoca efectos subliminales, aparece horas almacenadas en sillones de manufactura antigua; revuelven las zapatillas la hojarasca de las baldosas de recinto, encuentran el relieve de una letra, una palabra que es una llave. Los ojos nos duelen entonces, fatiga no verte. Sólo encontramos audibles los cantos de pájaros. El tiempo se marchita después. En las ventanas se asoman las sombras de magníficos monumentos. La piel se resquebraja. Descansamos en los cojines del cielo.
domingo, agosto 26, 2007
viernes, agosto 24, 2007
Paroles
L'amour nomade
Est vagabond
Ce n'est qu'un dirigeable
Vers l'horizon
L'amour bohème
S'en fout au fond
De ces impondérables
Désillusions
Déçues
Des pactes scellés
Qu'on croyait rompus
Des idées qu'on croyait reçues
La lune est pâle
Et son reflet dans la mer opale
Brille au loin
On est bien
Brille au loin
On est bien
L'amour frivole
N'est pas frileux
Il vit dans un atoll
Béni des dieux
L'amour suprême
Est vaniteux
C'est une tarte à la crème
Un double jeu de dupe
Un acte manqué
Au coin d'une rue
Un regard qu'on aurait pas vu
La lune est pâle
Et son reflet dans la mer opale
Brille au loin
On est bien
Brille au loin
On est bien
Coralie Clément/La mer opale
martes, agosto 21, 2007
Hay algo...
La ciudad revisitada, ciudad de la resistencia, ciudad íntima. Hay algo... en tus pasos, cuando caminas. Parece poco el tiempo que ha pasado. La memoria, donde la ciudad pierde su nombre. Yo te respiro calles, yo te siento altivos muros, yo te veo imponente campanario, y te atravieso en tu noche, cuando el regalo es un opúsculo de agua; y van tus huellas marcándose en mi pavimento, en la esquina Profesa de mi cara. En cada rincón hay una risa, hay la visión que se fugaba, y los pasos que caminan son otros pasos que los pisan. Nunca te acabas ciudad inmóvil, y yo te palpo como aquella lluvia.
miércoles, agosto 15, 2007
M.
Despierto místico, abro los ojos a tu nombre. Olfateo los carros que vienen, me apresuro a chistar. Alguien dice “el clima en Puebla de los ángeles”, y giro el cuello bruscamente como si estuviera buscándote. Pantalleo, me fugo por momentos, siento como se va desplegando de mí la pereza acumulada en las horas de sueño. Mis manos están frías, pero en mi pecho, un motorcito se pone en marcha. Las cosas están allí, presiento que me miran, es el momento en que más se está solo: cuando cogemos el peine, cuando escrupulosamente trazamos con la plancha las líneas de la camisa. Creo que sin nada de esto estoy completo de ti
—de vos.
Empieza a haber más ruido. Tránsitos continuos en las avenidas, muchachas de faldas violetas, voceadores mugiendo, jóvenes con zapatos recién boleados, indígenas metidos en un cotón limpio, bordado con conejos—como una foto del bestiario nuestro—de hilos azul y blancos. Parece que vienen de Ometepec; alguna vez estuve allí, de paso, escuchando la guitarra y el violín. Olores a flores por doquier, ya te he contado que los camiones llegan cargados de ellas por la noche, su estruendo, que interrumpe o exalta una conversación, hace temblar la buganvilla, y adivino que causa pánico en algún distraído transeúnte. A riesgo de todo pasamos, hasta a riesgo de olvidarme en una esquina, camino. La luz del día festeja nuestro reencuentro
—es que es tan larga la noche, a veces.
y vuelvo a proyectar mi sombra. Secretamente le hago cosquillas a las banquetas. Miro a los lados, al cielo. Miro dentro de mí y te encuentro grabada. Sólo pocos, cuando voy en el coche, pueden ver que yo te llevo, porque, cómo explicarlo, saben mi sonrisa.
miércoles, agosto 01, 2007
Primero
de agosto, es un momento muy importante, definitivo.
La sangre gitana que llevo dentro, se mezcla en cóctel de dulce sabor; es agosto, así cantan los Héroes, letras preparatorianas. Mes del cumpleaños de mamá, mes de Agustino—mi gato desmedrado—mes de los infinitos agostios que leímos en Aira. El señor trae un sombrero escarlata. La muchacha oaxaqueña regala imperdibles. El pájaro canta, Tété también. ¿No quiere otra cosita? A ese joven le falta un tornillo pero come chocolate y juega ahorcado: _o_e. El sonido de un aerobús se clava en el cielo, y me imagino un pastel con forma de estípite. Los árboles son tarandos
—“El tarando es un animal grande como un joven toro, de cabeza como de ciervo, aunque algo mayor, adornada con astas largas y ricamente ramificadas, pata hendida, pelo largo como de oso grande, cuero algo menos duro que una coraza. Pocos se han visto en Escitia, pues muda de color según la variedad de sitios en que pace y mora, con lo que viene a representar el color de hierbas, árboles, arbustos, flores, lugares, pastos, peñas y, en general, de todo cuanto le es vecino; esta propiedad le es común con el pulpo marino, que es el pólipo, con los toes, con el licaón de la India y con el camaleón, que es como un lagarto tan admirable que sobre su figura, anatomía, virtudes y propiedad mágica escribió Demócrito un libro entero. Así lo vi yo mudar de color, no sólo por su vecindad con cosas coloreadas, sino por sí mismo, por efecto del miedo y otros sentimientos que tenía; como sobre una alfombra verde lo vi verdear, y, al poco tiempo, volverse amarillo, azul, pardo y violado, como vemos la cresta del dallo de Indias, que muda de color según sus pasiones. Lo que más admirable nos pareció en el tarando fue que no sólo su rostro y piel sino todo su pelo tomaba el color de las cosas a él vecinas.”
la fuente luce húmeda, la tierra blanda espera la lluvia de este mes, de agosto. Todo idéntico, mas hay palabras (Hagosto), hay secciones, hay ritmos. El tiempo como la escalera por la que asciende infinitamente el A Bao A Qu, el tiempo partidito para que sea más fácil digerirlo, con trocitos de treinta y un días y visitas al dermatólogo. Me siento con el cuello torcido, así no me sorprendes vida. Y pensar que ayer estaba la palabra julio (del lat. lulius). A veces no entiendo, ¿por qué tantos cuartos? Qué es esta función de ballet, esta muestra circense de payasos sin maquillaje, podría perderme, ya estoy perdido.
N. inventó un calendario para sí, unas horas para sí: dibujó ventanas de tiza allí donde unos hombres habían tapiado los muros. En fin, siento esta palabra en la cabeza: agosto.
martes, julio 31, 2007
De bitácora
Y henos aquí, de nuevo solos, pero la soledad es muy peor que la de la vez anterior, el espacio no canta de soledad, el espacio no canta sea lo que sea, el espacio llueve, neva, viento—pero eso nada nos dice. Estamos solos de una manera tímida, anestésica, y pues sea como sea no hay salvación (admitiendo que escapar a la soledad sea que nos salvemos), pero no es de admirar que anhelemos el gran espacio con su música, diabólica pero sublime, con su aislamiento. Implacable, pero higiénico, con su ausencia total de vida, a buen seguro, pero al mismo tiempo con una ausencia igualmente absoluta de toda la obligación de buscar contactos, de toda la necesidad de sonreír cuando queremos llorar, de acariciar cuando queremos arañar, de buscar amigos cuando acabamos justamente de descubrir que el mundo está lleno de enemigos. Aspiramos a los instantes de completo abandono, a los instantes de soledad brutal y sublime con toda la intensidad de su esperanza y todo el ardor de sus ojos, dividimos un secreto peligroso, fuimos iniciados en el modo del empleo de un veneno terrible llamado soledad y, como morfinómanos, dividimos de ahora en adelante la vida en dos periodos: la embriaguez y la recuperación...
martes, julio 24, 2007
Chalina
miércoles, julio 04, 2007
Cuadro
Querida, hace un tiempo de canela, hay árboles de hojas rosadas. Los días pasan muy francos: el otro día estaba en el Matutino, ese que me gustaba por tener el cuadro que pintó Leonora Carrington antes del terremoto, y tristemente fue desplazado por un paysage de Bertrix, lo sufrí mucho y mi tristeza empezó a doblarse porque no estabas tú para hablarte y decirte estas cosas. Era mi sitio en suspenso, y sentí aversión por él.
—qué exagerado...
Y el dueño, un francés melancólico, me contó que lo envió de regalo a la patria. No se enoje—me decía—hay cosas de este país que son el reflejo de mi vida, y ellas abisman menos mi ausencia en Europa.. ¡tiempos aquellos! Me acordé de Cela, y sí, este señor tenía cierto aire de Camilo José: y puse ese paysage—qué bonito se oían sus palabras—así, como usted lo ve, grande como una ventana, para poder darse, cuando uno lo desee, clavados a los recuerdos. Y se quedaba quietecito como una paloma mirando su Bertrix que para mí era como un Altamirano, un paisaje de Tierra Caliente, una forma de tus ojos, ¡antiguas miradas! Desde aquí empieza a llover, veo la lluvia transformándolo todo: la gente con celeridad agujera las fachadas, los paraguas giran como pirinolas, los anuncios lloran y por los bordes de los toldos se derraman pensamientos y flores que contrastan este ver llover, así, única prueba de que el mundo está conmigo, previniéndome de ir ágil por el pavimento, procurándome quieto para verlo mejor, el mundo me enmudece de belleza con su vestido de agua fría. Y en esta soledad tú me estallas en la mente, como castillito de feria. Quisiera no asustarme de pisar el suelo tapizado de agua, que no hubiera vacíos entre mis pasos y tener la posibilidad de disfrutar el placer de andar sobre la lluvia, pero me reservo y mejor lo veo: a mi alrededor las personas ríen o están calladas, y beben poquito a poco su discursito de té y café. Los ojos azules del dueño también se ríen, y la señorita se acerca con ojos de hada madrina, con perdón de usted—me habla—desea algo más, y yo le contesto con un pues como de hombros. Y estoy solo, sí, tu lugar siempre está reservado, junto a mí: esa silla, donde me acuerdo de que no estás, está a mi lado como un objeto precioso esperando por algo que suceda. Si pudiera, como un escultura de Scrabble, hacer una silueta de palabras y de cartas... aún así, me temo que sólo estaría llena de palabras que nos gustaban y aunque tuviera tu forma, tu manera de agarrar la pluma, sólo serían como ese paysage de Bertrix, ¡ah! tanto que ha pasado y el pasado se acomoda en las palabras. Escribiendo hace un momento lo que no existe más: subterfugios. Una rápida impresión que se vela pronto y llueve más intenso, las nubes chocan como los amantes, y Paz dice: el mundo nace cuando dos se besan, repito a Octavio desde mis entrañas, y te nombro querida ausente, reflejo de mi tiempo solo, y sé que seguirá cayendo esta lluvia que se convierte en reja y sólo puedo verte así, a ti, de esta manera.
domingo, julio 01, 2007
miércoles, junio 27, 2007
(Bis)
1
Paso las horas calurosas silbando tu nombre, como si lo llamara distante, Pan, dios de los bosques—tu nombre—; de las montañas devastadas por los incesantes rayos de sol, de color rubio como cucharita para revolver caaminí, y lo bebo y lo sigo llamando, y el silbido pasea invisible por las estrechas vías de la ciudad, dormita en la sombra del campanario de la Asunción. Visible en las vitrinas se asoma y quien lo ve endulza sus ojos: miel, trocito de cajeta, pinolito, cachito de baqueta. Reencontrarme con él quiero, en la página, en la sílaba que sale de mi boca; y silbo, todavía, con fuerza de ala de grulla, por pasadizos y avenidas esta alegría.
2 (bis)
Paso las horas calurosas silbando tu nombre, como si lo llamara distante, Pan, dios de los bosques—tu nombre—; de las montañas devastadas por los inclementes rayos de sol, de color rubio como la cucharita para revolver caaminí en casa de don Estuardo (ese escritor morriñoso, que llora su ostracismo), y yo lo bebo sin pudor, lo llamo; y mi silbido pasea invisible al lado de los peatones, hasta llegar a la plaza: dormita en la sombra del campanario de la Asunción. Es visible en las vitrinas de los comercios de calle Zapata y quienes lo ven endulzan sus ojos: de miel, de cajeta, de pinole, de baqueta. Reencontrarme con él quiero, en la página, en la sílaba que sale de mi boca; y lo silbo, mucho, con alegría, como si estuviera cantando.
viernes, junio 22, 2007
Pátina de noche
jueves, junio 14, 2007
El recuerdo complementario
miércoles, junio 13, 2007
Cien Años
Tus ojos ni siquiera, voltearon hacia mi
Te vi sin que me vieras, te hable sin que me oyeras...
y si vivo cien años, cien años pienso en ti.
Había un organillero. Hacía tiempo que no lo escuchaba. Un aficionado—el hombre—, sin su gorra beige, ni su camisola; con regularidad movía la manivela y del aparato salía “cien años”, exquisito tiempo—imaginé—alegres recuerdos. Tal vez era un viajero que con su antigua caja andaba repartiendo nostalgia, qué más. El sonido del organillo rasgaba la piel, podía transportarme a la ciudad de México, a donde quisiera, pero estaba aquí, había que disfrutarlo. Ahora las palabras no surgen claras como esos boleros de los tiempos idos, son imprecisas. Cuando escribo así estoy abstraído, recordando, estático, con la visión retraída, con la mente plegada. En algún lugar debía de tener un lápiz—ayer—cuando estaban frescas las cosas y la música del cilindro era como una esencia que iba subiendo por la portada de la Asunción, estaba cargado de palabras, pero no tenía un lápiz, nadie tenía un lápiz entre toda esa gente, no había algo con que escribir. Me sentí como Benjamín Sachs en Leviatan, cuando le pidió un autógrafo a Willie Mays, jugador de los New York Giants, y como ninguno tuvo alguno el gran Willie Mays se quedó ahí mirando en silencio... volteó y encogió los hombros... y entonces se fue caminando, fuera del campo, hacia la noche. Así se me escapó de las manos “cien años”, de vuelta me aferré a las luminarias opacas, ya sin gente, que me guían a casa, contento, le puse un cerrojo a mi recuerdo y dejé que el tiempo y los sueños se desplegaran al dormir.
jueves, junio 07, 2007
A su falta, palabras.
recorriendo montañas,
hoy no está aquí y
su recuerdo no es suficiente.
lunes, junio 04, 2007
Regreso
Inmersa entre discursos de Alonso, Angelina renueva las fuerzas de su imagen. Parece que su ausencia pinta violetas en sus ojos. Algo se le ve: espirales de ternura, falta total de quietud. En el Smart la ha visto, casi blanca como la espuma del capuccino. El sábado la vio más, sin proponérselo: era real; una exquisita obsesión. Pero no cometió el error de seguirla con los ojos, sólo con lo que la cabeza pudiera revolver. Al final revolvió un riquísimo licor con su recuerdo que lo invadió toda la tarde, y ella se paseaba, sin sospechar, sin pena, en porciones de él. Agradeció los toldos mojados de junio, y la casualidad del tiempo; agradeció ver las arrugas de las cobijas en el amanecer, poder asirse a ellas, y los abrazos que se hacen sentir. A su vuelta, acomodó, ya sin la envoltura, las sensaciones que sintió para poder estar un tiempo más fuera del camino. Desviado, sí, por gusto, echó la risa a la habitación y empezó a bailar con su sombra.
Acústica
—you simple in the moonlight
o como esa orquesta de domingo, clara y con sonidos nítidos que hacía llevarse a los árboles las ramas al estómago de alegría; con música de viento y retumbiditos que hacían chillar a niños. Y como oigo las palabras que leo y que escribo.
martes, mayo 29, 2007
domingo, mayo 27, 2007
M.
martes, mayo 22, 2007
Este no es un post musical
Iba a un concurrido tianguis de sábado, lleno de bandas y mujeres y hombres tatuados. Portaban piercings en su cara como patinetas en las manos. Jóvenes y señores convivían almorzando una quesadilla de huitlacoche con cerveza, y entre puestos que vendían camisetas, antigüedades, vinos caseros, LPs de colección y casetes de protesta, hallamos la palabra Siouxsie. En ese tiempo era un cazador de palabras, quería aprendérmelas todas. Mi amiga, que sabía de música, me regaló un casete de ella
—te va a gustar mucho
yo confiado, y apropósito de la palabra, lo acepté. Cómo uno encuentra influencias musicales, o será una apropiación para siempre de buenos momentos. Hoy, hace ya unos años que pasaron esos momentos, escucho Interlude, que mezcla las voces de estos maravillosos músicos, y yo, ataviado de la memoria, mezclo también las huellas de los buenos amigos ya idos.
Morrisey & Siouxsie - Interlude.mp3
viernes, mayo 18, 2007
Safo
martes, mayo 15, 2007
Curiosidad
En mi humilde opinión, para aprender a irnos hay que caminar. Cargar con nuestro cuerpo, llevarse los pies, como cuando pisamos la arena, sentimos y miramos su belleza, pero no nos quedamos, sólo nos llevamos los ojos sin palabras. Hay que caminar despacio lento aprisa, caminar los ríos, los planetas; caminamos tanto caminar. No son huidas, no las fugas, mira cómo mis palabras trazan señales (no son de lápiz que fácil se puede borrar) de esa siempre ola mía, mi siempre tierra querida.
De las cosas encontradas en mis cuadernos.
sábado, mayo 12, 2007
Notas
Hay un hombre regando las plantas con manguera, sin cuidado, por cierto. Su rudeza encorva los tallos de las flores y es un chapuzón violento en todas las hojas. Anda en mangas de camisa y como el tiempo es caluroso, aprovecha el instrumento para echarse agua en su frente, en su espalda, en su pecho. También enjuaga sus zapatos que quedan de un color café tabaco, como el tronco de un árbol sin estrías. Yo no sé por qué no termina ya. Parece que la satisface el olor mezclado de agua y tierra, el movimiento, el sol, el ruido, el estar como comúnmente se dice: al aire libre. 01:00 hrs.
miércoles, mayo 09, 2007
"Mi Vida Entera"
semejante a vosotros.
Soy esa torpe intensidad que es un alma.
He persistido en la aproximación de la dicha y
en la privanza del pesar.
He atravesado el mar.
He conocido muchas tierras; he visto una mujer
y dos o tres hombres.
He querido a una niña altiva y blanca y de una
hispánica quietud.
He visto un arrabal infinito donde se cumple una
insaciada inmortalidad de ponientes.
He paladeado numerosas palabras.
Creo profundamente que eso es todo y que ni veré
ni ejecutaré cosas nuevas.
Creo que mis jornadas y mis noches se igualan en
pobreza y en riqueza a las de Dios y a las
de todos los hombres.
JLB
Me soñé muerto y nada había cambiado. Sólo los rostros crispados de mi familia. Todo lo demás estaba igual que cuando me imaginaba vivo. Tal vez recordé dos nombres en el momento que perdía la vida, no recuerdo más. Mi jaula es mi cuerpo, inerte, pesado, allí me quedé encerrado en medio de pasillos como los de la casa de Asterión. No pronuncié lenguaje, no miré nada, ni escuché, sólo podía pensar. La total negritud no era tan bella como los destellos que a veces me sobrevenían. Sin embargo, caminaba, estoy seguro, pero no sentía un piso, estaba a la deriva. Intenté tocarme, pero no había cuerpo, no había manos pero las sabía conmigo. Mi muerte no opacaba, sin que fuera mi deseo, el ritmo del mundo. Qué era entonces. Por qué morirme cien veces en un sueño. Más que morir, me dolía profundamente el dolor de mis padres, y era extraño, puesto que ya estaba muerto. Desperté con los ojos acuosos, señal de que sigo soñándome. 14:04 hrs.
miércoles, mayo 02, 2007
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—para mí es fácil, cuando me canso nado de muertito… y sigo, sigo nadando.
sólo para demostrarse a sí mismo su vitalidad, su alegría de vivir, su enérgica pasión por estar aquí; sólo por placer. Lo imaginaba caminando solo en la noche desnuda, tranquilizando su paso en los lugares en que la memoria le daba un golpe de sonrisa. Lo imaginaba también, seguro de que alguien, sin estrellas en su cielo, lo pensaba y lo creaba allá a lo lejos, y lo creía nostálgico, contento.
miércoles, abril 25, 2007
Voces
Siempre que salgo del trabajo suelo mucho caminar, y esta vez, después de pasar por las confiterías que tanto me gustan, caminé al parque. El día era precioso, y agradecía, como Chesterton, por todo lo que veía. Después de dar algunas vueltas observando los divertidos juegos de arena de los nenes, los perros correteándose algunos y otros nadando en la fuente, me fui a sentar. Noté, primero, y sin darme cuenta, abstraída por recuerdos, que en la banca había alguien. Distraída lo vi: lucía realmente enfadado, muy aburrido.
“¿Quieres acompañarme?” Me preguntó su voz, era insoportable—pensaba—pero de todos modos fui sin preguntarle a dónde, tal vez me doblegó su tono, las cosas que me decía y contaba. Me alegró mucho. Era buenísima platicando y muy simpática. Me dijo como se llamaba. Me contó de una montaña al sur desde la que se ve el fin del continente. De casitas azules en la costa. Del color de los brazos de su padre. De animales fantásticos que dibujó hasta cumplir los ocho.
El tipo se veía tímido. Al principio, cuando le invité a caminar acompañados, casi no habló; poquito después empezó a despabilarse. Nos subimos a un sube y bajas que estaba libre, y lo dejé largo rato arriba, era divertido ver su cara entre temor y asombro, mas no quería asustarlo, sólo quería provocar expresiones diferentes en su rostro. Me enseñó a leer las marcas en el tronco de los árboles, y me leyó un poema. Después cortó una flor y me la regaló.
Me hubiera gustado pasar más tiempo con ella, pero tenía que irme, ya era tarde. No olvidaré tu nombre y tu voz—le dije—la alegría de este encuentro. Me despedí alzando la mano y suspiré mucho, mucho. Volví la vista una, dos, tres veces, pensé: ojalá esté aquí la próxima vez.
La gente empezaba a irse, llovía de noche sobre nosotros. Y él se fue con ellos, como había llegado. Noté que no quería irse, pero no entendí por qué no se quedó. Se veía triste. Al llegar a casa coloqué la flor en una vaso y me puse a escribir.
Relato de lluvia con fondo de ojos
lunes, abril 23, 2007
Paysage
miércoles, abril 18, 2007
Edad
domingo, abril 15, 2007
De notas de viaje
miércoles, abril 11, 2007
viernes, abril 06, 2007
Larutanatural
De vuelta a la ciudad: la calle, su noche, la gente durmiendo, este agonizante viernes. La semana quieta; intensos viajes, con piernas doloridas y zapatos sucios. Con piel quemada y raspaduras. Las páginas llenas de imágenes, con ojos limpios como el amanecer friísimo en la sierra. Tanto andar colgado de silencio, tanto irse por caminos donde sólo veía el choque quieto de estrellas en la noche, y platicaba a solas antes de dormir en esa grama silvestre. En fín, snif, snif, de regreso.
viernes, marzo 30, 2007
Citadela
Estoy escuchando hablar a esta señorita. Juega tenis y viste de blanco porque su abuela fue enfermera y ella cree que ser su reencarnación, y el color resulta angelical, y es el que usan en su deporte. Usa dos pares de zapatos idénticos; tiene un prodigio: posee cuatro piernas, tres vaginas de colores y sabores distintos, es lo que le han dicho sus amantes. Es más luminosa que el sol de primavera y cuando se sonroja su tono de piel siempre es un color nunca visto. Cuando se enamora le gusta que rellenen con besos los poros de todo su cuerpo, y llenarse los ojos con agua de mar. Nunca va a desfiles ni asiste a la iglesia, mucho menos al circo: “es que me recuerda un gran amor”, me dice quejosa, y se calza la nostalgia en sus cuatro pies. Sonríe mucho y escribe cartas con letra chiquitita. Le gustan los caracoles y las casitas junto a la playa. Una vez viajó con el sr. Drawing, —es algo que recuerdo mucho—me dice—cuando me ves sola y silenciosa es que estoy pensando en él, con su suéter morado y sus ojeras. Se quita su diadema y le da mordisquitos a las puntas de su cabello. 14:35 hrs.
miércoles, marzo 28, 2007
Lorenzo
martes, marzo 27, 2007
Nihilista
jueves, marzo 22, 2007
martes, marzo 20, 2007
Vergilio
lunes, marzo 19, 2007
Mira
Amanda Ruíz/Febrero 2007, Cd. Altamirano.
Mira Mira Mira Mira Mira Mira Mira Mira Mira Mira Mira
viernes, marzo 16, 2007
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martes, marzo 13, 2007
Ellos
Mark Rothko
miércoles, marzo 07, 2007
Reloj
empiezo a pensarte, a esperarte.
Las horas vacían el sol de arena.
Quisiera un arrumaco.
Acariciar tu barbilla.
Mojarte de sol tus brazos,
tendida,
viendo los puntos cardinales.
Llenarme de tu presencia.
Ver en tu piel la naturaleza.
El paisaje de tus ojos es un beso sembrado de dunas.
Tú, entera, frágil,
agua cayendo en mi cuerpo.
12:59 hrs.