miércoles, agosto 27, 2008

Pink moon

Esa vez viajamos despacio. La luna rosada agrandó nuestra alegría y despistó el cansancio. La verdad se deslizaba en el piso. Húmeda tú, de fragancias lejanas. Apenas entreveíamos a los habitantes. Ajenos al exterior: cerraban ventanas, cerraban cortinas. Sonidos de campanas— creímos estar cerca del centro—dejando la periferia, volteando tus ojos de la luz. Ni el frío, ni el hambre nos inmutaba, pues había mensajes con tinta cerca de allí: instrucciones para sobrevivir la noche, lenta y alta, entonces oscuridad como maquillaje de tus ojos. Nos atrevimos a cortar el silencio y las palabras que pronunciamos ahorita se añejan allá: discurren sobre la arcilla de los muros, y tal vez esa, la que dejaste sobre el antepecho de la ventana, nos señaló el camino que iluminó de emoción todos los instantes.


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