viernes, noviembre 10, 2006

Llegada y salida

Llegada

Muy rápido pasa el día. Rodeado de gente vana que se pone una carcajada como antifaz para mostrarse franca. Personas amables, tranquilas, inofensivas ‘a fin de cuentas’, repletas de lugares comunes. Me vuelvo uno de ellos. Me disfrazo de ellos. Mis manos están secas, blandas. Me duelen los dientes de tanto rasparlos con mis dientes. En silencio, ‘en boca cerrada no entran moscas’. La saliva sabe amarga cuando no hablas, parece que condensa las palabras y se estrellan en ese techo rosado de la boca hasta deslizarse por sus paredes, y la lengua las prueba, y entonces me callo. Tal vez con la llegada de la tarde se propague ese bello frío que cayó anoche. Una lluvia lo trajo mientras paseábamos en las calles llenas de vacío, y mirábamos los semáforos parecidos a maniquís. O tal vez no, y me asuste el croar de las ranas en el patio. Y las plagas de libélulas vuelen a la oficina para estrellarse contra las lámparas. Y cuando ocurra ese espectáculo trágico, yo pensaré en ti para alegrar el mundo: tu sonrisa de naranja.

Salida

Como dice Freud, no hay cosa que le pueda causar
tanto daño a un ser humano, como otro ser humano.


Caminaré sin ti
M.B.


Camino sin ti escuchando el latido de la tierra, los lieders de Schubert. Una señora me regala risas que recorta de la sección dominical ‘lo que somos’ del periódico. Un hombre que sólo había visto en sueños me saluda intensamente. El pasillo lo veo más largo cada día. La botella de agua vacía. Dejan caer rumores y chismes, bajan por los peldaños. La ventana abierta enfría la habitación, mi frente. Afuera se divierten sin palabras, caminan en silencio con los zapatos mojados. Y cada noche me repito en pupilas invisibles. Soy obsesivamente observado, lo presiento. Cuando salgo de aquí todos los temores del mundo encuentran en mí su caja y regresan. Me voy sin voltear la cabeza como Lot. Te recuerdo, sonrío.

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