jueves, febrero 15, 2007

Día de guerras

Después de ver las peliculas de lñárritu, tres hasta el momento, salgo con la misma sensación de extrañeza y sordera de la sala de proyección. El exterior iluminado luce más artificial, asi como los anuncios y las vitrinas donde se exhibe la moda decadente de nuestro tiempo. Los sonidos me agobian, y son ensordecedores los avances de automóviles. Los pasos de la gente retumban en mi oido como si algún tramoyista hubiera dispuesto con ingenio micrófonos en los pasillos y calles. Tienen tal efecto en mi, que avanzo incólume y como sonámbulo, ignorando las señales de tránsito y escapándome de caer en vertederos que parecen precipicios: huecos que arañan el partido de calles de la ciudad. Es extraordinario que un filme te haga sentir esto, son como ataques de fiber. Continúa en mí este trance destacadisimo, y agradezco a mi mismo la paciencia de esperar los minutos necesarios para tener esta paleta de sensaciones: Babel, belba, ableb. 10:36 hrs.

En Lisístrata, de Aristófanes, las mujeres practican el celibato como una alternativa para evitar la ida de sus esposos a la guerra; cansadas del abandono y afecto se unen, provocando, sin quererlo, la paz. Hoy se les ha otorgado el "privilegio" de descansar, porque es "su dia". Su ausencia hace crecer el estrés de los que entran y salen, y aumenta el riesgo de golpes involuntarios y malentendidos cínicos entre uno y otro huésped. Su ausencia hace imaginar lo inútil de los pavimentos, sin el rítmico sonido de sus tacones; hace imaginar turbulencias en nuestros rostros, sin la ternura de su sonrisa; me hace imaginar un silencio de acero, una noche muy larga, un abandono de cepillos y bilés, miles y miles de trocitos de espejos; me hace imaginar un payaso en escala de grises, porque su ausencia definitiva nos deshidrataría la Vida. Ojalá ya vuelvan, porque con su voz cambian lo que ocurre, nos animan, ­porque no soy yo si no las veo. 11:29 hrs.

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