jueves, octubre 23, 2008

Estrella

La caricia es una fortuna. Un presentimiento. A decir verdad, no soy verdadero. Una breve gota que se evapora. Una línea simple, un hacer, hecho para adivinar lo posible y lo que no se puede, queda por allá aquel vacío inconcluso. Lo que no renuncia a una espera. Decir que no me encuentro, sólo es una paradoja. Un símbolo que no figura en la memoria de nuestros secretos. Mi impulso dominado. No sabes ¿por qué pasó esto? Mi acaso terminado: saberte aún con vida. Uno puede fulminarse, decidir acabarse en el trabajo. Es la vida una pena, sentir que todo lo guardado se va para atrás. Y no hay vuelta, no se puede parar, no sé si sea infierno. Pero ¿Acaso te molesta la belleza? ¿Sin ti, mis ojos abiertos de qué sirven?—dijo Vergilio. Pero la belleza de tu cuerpo es dolor que sobrepasa a aquello que dulcifica el aire, el espacio en que agoniza tu voz.

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