lunes, mayo 01, 2006

Artículo

Comparto éste. Es de Millas, escritor periódico del diario El País, y colaborador de la sección El Ángel, del periódico Reforma.
Preguntas

Asegura mi médico que es un milagro que la oreja sea oreja todos los días. O que la nariz sea nariz, y así sucesivamente. No es que quiera decir que lo normal es que la oreja sea un día patata y otro zanahoria, sino que para mantener esa rutina orgánica es preciso un mecanismo cuya complejidad es lo que nos hace a usted y a mí prácticamente incomprensibles. Y lleva razón mi médico. Personalmente, me parece asombroso que la Luna salga todas las noches, y que los astros funcionen con la precisión de un reloj suizo. Lo normal es que cada día giraran a una velocidad diferente, incluso que algunos días no giraran. Y que los asteroides chocaran unos con otros todo el rato, como los automóviles en la operación retorno. Pero ahí los tienen ustedes, repitiendo cada hora lo mismo, con una exactitud que no sabemos a qué se debe ni cuánto tiempo más piensa durar.Nuestro cuerpo es como una maqueta del universo. Para que nos levantemos de la cama y cojamos el autobús y hagamos, en fin, las tonterías que solemos hacer en el despacho, tienen que ponerse en funcionamiento millones y millones de recursos y células cuya mecánica ignoramos. Lo más probable es que si la biología no mantuviera una presión constante sobre el pie, éste amanecería convertido unas veces en nabo y otras en remolacha. Tiene que ser muy costoso que se mantenga con sus cinco dedos y sus uñas, siempre idéntico a sí mismo. Los juanetes son una tontería. Lo verdaderamente milagroso es que no sea todo juanete. O todo callo.Sería fantástico poder trasladar este equilibrio orgánico a la psicología. Que cada día nos levantáramos con el mismo estado de ánimo, quiero decir. Si todas las semanas tenemos el mismo número de dientes en la boca, y el mismo número de lenguas y de papilas gustativas, ¿sería mucho pedir que, una vez alcanzado un carácter aceptable, nos despertáramos todos los días con él? ¿Por qué unas mañanas estamos tristes y otras alegres? ¿Por qué hay jornadas en las que no saldríamos de la cama, mientras que otras estamos deseando que amanezca para ponernos a trabajar? ¿Por qué, en lo psíquico, la oreja no es siempre oreja ni el párpado párpado cada día? ¿Por qué somos una catástrofe psicológica, mientras que desde el punto de vista físico mostramos una estabilidad envidiable?Es más, puestos a elegir, yo preferiría que la estabilidad de mis órganos se trasladara a mi modo de ser, aun al precio de que el hígado fuera unos días hígado y otros una planta carnívora, o los riñones amanecieran convertidos en roca los lunes, miércoles y viernes. Por cierto, ¿por qué los jueves siempre son jueves? ¿Qué clase de glándula les proporciona esa increíble estabilidad? ¿Cómo es posible que ningún jueves, que yo sepa, haya amanecido lunes o ningún marzo abril? ¿Por qué usted no es yo algunos días? ¿Por qué yo soy incapaz de amanecer usted? Todo son preguntas.
Juan José Millas

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