lunes, junio 04, 2007

Regreso

Me gustan tus ojos porque pueden verme. Hacerme salir de mí y mi cuerpo se queda suspendido solo. Inercia inerte. Porque su forma son todas tus formas. Y me duplico como un sol.

Inmersa entre discursos de Alonso, Angelina renueva las fuerzas de su imagen. Parece que su ausencia pinta violetas en sus ojos. Algo se le ve: espirales de ternura, falta total de quietud. En el Smart la ha visto, casi blanca como la espuma del capuccino. El sábado la vio más, sin proponérselo: era real; una exquisita obsesión. Pero no cometió el error de seguirla con los ojos, sólo con lo que la cabeza pudiera revolver. Al final revolvió un riquísimo licor con su recuerdo que lo invadió toda la tarde, y ella se paseaba, sin sospechar, sin pena, en porciones de él. Agradeció los toldos mojados de junio, y la casualidad del tiempo; agradeció ver las arrugas de las cobijas en el amanecer, poder asirse a ellas, y los abrazos que se hacen sentir. A su vuelta, acomodó, ya sin la envoltura, las sensaciones que sintió para poder estar un tiempo más fuera del camino. Desviado, sí, por gusto, echó la risa a la habitación y empezó a bailar con su sombra.

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