martes, mayo 31, 2011

Díptico

1

Entenderme. Recostarme. Me habito. Habito en mí. Cáscara. Nube. Aire marrón de la tierra. Quieto aquí. Tender hilos de palabras para pescar la noche. Para resistir el hundimiento de mi cuerpo. Este peso grave que desmorona los pavimentos y no deja huecos para el sueño. Las cobijas sucias, manchadas por la arena de los hombres muertos y el orín de pesadillas grabadas en la infancia. El espacio dentro de mí es más grande que todos los mundos. Mi piel son muros. Mi piel es un grafiti borroso tirado a prisa un día en que alguien sólo estaba pasando el tiempo. Un pasar el tiempo soy. Soy este tiempo. Pasarán los tiempos, seré otra vez, soy en cada ver pasar el tiempo. Alguien silba, soy su sonido, su saliva viscosa. Soy la transparencia que sale de su boca. Sus palabras roncas y no dichas. Sus movimientos de lengua, su espacio milimétrico entre dientes. El frío aire que se filtra en sus pulmones. Regreso a la fortaleza interior del cuerpo.

2

Mis manos pesan como unas piedras, mis dedos no pueden teclear tu nombre. Hubo un tiempo en que fuimos ágiles como los pájaros y salían hilos de tinta de nuestras manos. Los papeles estaban heridos del encuentro de nuestras palabras, de sus significados confusos inmutables. En ellos sólo el presente de la palabra bastaba, no teníamos que anhelarnos porque estábamos cerca, no teníamos que fiarnos de la memoria porque la vida la reinventábamos. Y el futuro qué--decíamos, y el futuro qué.

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