Cada imagen supone curiosidad, historias, sueños o simple ociosidad. Las relaciones se producen en el papel, en acomodar sus tamaños a las palabras. La 'zeta', por ejemplo, última en su fila, está ausente de la palabra que designa al faraón, éste, por el azar o el desacomodo, mira con su 'nuevo' rostro la aureola descubierta de una bellísima mujer, pero, su cráneo, ciego pesado y pasado se conforma con unos gastados tacones viajeros. Las posibilidades que el sentimiento y momento otorgan, forman un crisol de 'oportunidades' que, llenan 'esos' huecos en el estar, y en la pared; donde los recortes permanecen sujetos por milímetros de "diurex", por los toqueteos y miradas que se deslizan. El ojo los mira y relaciona, pero, es brevísimo el recuerdo. Apenas empieza a gestar el viaje del 'tío Víctor' a 'Faraónica', y basta un parpadeo para que le encimen el 'nuevo' que, la mayoría de las veces representa un opuesto. No hay ciudades fantásticas, hay imágenes recurrentes: de olvido, de horizontes, de extrañezas, imágenes que incitan a negar el tiempo, imágenes que niegan que exista una distancia. Así, el muro descolocado, transformado en trozos de mundo, es un recipiente transparente en donde todo en mínimo cabe.

1 comentario:
Omar, recorda la calle E-t-e-n-a? Recuerdo su risa en esa rua, en el boné y pasó.
Los papeles se distorsionan, la cabeza se agita, las palabras vuelven...
chau¡¡
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